lunes, 14 de febrero de 2011

MIRADAS INDISCRETAS

Abrí los ojos… El calor era sofocante y todo mi cuerpo estaba humedecido en sudor...
Me encanta tomar el sol en casa. Vivo en un piso alto con una terraza, amplia como un pequeño jardín, lo que me permite tener un par de hamacas y un comedor de verano.
La única vivienda que está por encima de mi nivel de altura y que tiene un ángulo suficiente de visión, tanto por altura como por cercanía, como para poder invadir mi intimidad, está deshabitada así que, en verdad, estoy bastante amparada de mirones.
A veces, para tomar el sol desnuda,  pues detesto tener marcas, estiro una toalla en el suelo y me tumbo allí ya que así, me parece quedo resguardada, todavía más si cabe, de posibles miradas ajenas.
Aquel día así lo hice e incluso colgué otra toalla en la baranda de modo que impidiera se me pudiera ver través de los barrotes.
Pero, mientras permanecía allí estirada, completamente desnuda y con mi cuerpo absolutamente relajado, algo me dijo que no estaba completamente sola...
No me equivocaba. Cuando mis ojos se acostumbraron a la luz, pude ver que en el balcón del piso vacío se encontraban dos hombres, apoyados en la baranda y, aunque a juzgar por sus prendas, debían ser pintores, si algo no estaban haciendo en ese momento, era trabajar pues ambos fumaban mientras mantenían sus miradas fijas en mí.
En aquel momento de sorpresa, sentí la llave de casa que abría la puerta. Era mi marido, Dani, que regresaba del trabajo. Ya eran las 5!! Me enfundé, sin levantarme,  la pequeña camisola que colgaba de la silla y me levanté para ir a recibirlo.
 - Ummm… Qué fantástico llegar a casa y encontrarme este recibimiento..- susurró Dani mientras me abrazaba de la cintura y me besaba.
 -  Hola, amor.. Estaba tomando el sol y he perdido la noción del tiempo..
 -  Ahh.. y sin bikini, eh?? Me encanta…- comentó mientras introducía su mano por debajo de mi camisa comprobando la desnudez de mis nalgas – Qué bien se está de vacaciones, eh, malvada?
 - Ja, ja… Pues sí, pero a tí ya sólo te queda una semana para empezarlas así que no seas envidioso!!  - le reprobé con coquetería mientras me dejaba acariciar- Iba a hacerme un café con hielo ¿quieres uno, cariño?
 - Sí, por favor, algo bien frío! Voy a ponerme cómodo de mientras, así como tú, ligerito… - dijo, dirigiéndose al dormitorio y enviándome una mirada llena de lascivia.  
Me dispuse a preparar las bebidas y fui al encuentro de Dani, que se encontraba ya en la terraza, vestido únicamente con un boxer. A medida que me acercaba, aproveché para deleitarme admirando el fibrado cuerpo de mi marido. Seguía manteniéndose tan atractivo como cuando lo conocí…
  - Hey! El piso, aquel cerrado, parece que lo están arreglando. Hay pintores..
  - Sí, ya los he visto. Me he dado cuenta justo cuando has llegado. He abierto los ojos y allí estaban con los ojos clavados en mí, como dos halcones…
  - Así que te han visto desnuda… Pues mi llegada les debe haber cortado el rollo, ja, ja… Pobrecillos..
Me acomodé en una silla, mientras que Dani optó por sentarse en la toalla del suelo. Tomó un sorbo de café y me extendió la mano instándome a sentarme a su lado. Acepté su invitación y enseguida me abrazó y me besó con pasión. El frescor de su lengua me hizo vibrar. Tener su cuerpo al lado bajo aquel calor, me excitaba tanto…
Dani, me miró fijamente con aquellos ojos que me expresaban cuanto me deseaban, giró la vista hacia el balcón de los pintores que, aunque con disimulo, seguían pendientes de lo que ocurría en nuestra terraza…
 - Aunque… si lo piensas bien, el pobrecillo soy yo. Ellos han tenido la oportunidad de verte desnuda y yo, hoy, todavía no… -me  recriminó con una sonrisa maliciosa mientras arrugaba el bajo de mi camisa en mi vientre, dejándome las ingles al descubierto – Eso no es justo, no crees?
-  Ja, ja... pues vamos dentro y hacemos justicia, cariño..
- ¿Para qué ir dentro con lo bien que se está aquí? Además siempre te humedeces tanto cuando sientes el calor de sol entre tus piernas..
Las palabras de Dani resbalaban de su boca mientras sus manos iban desabrochando los botones de mi blusón...
  - Dani... aquellos tíos no quitan ojo. Están pendientes de todo lo que hacemos..
  - Normal.. Pocas veces habrán visto un cuerpo como el tuyo. No hagas caso. Como si no estuvieran... Yo incluso lo encuentro excitante que estén babeando por la mujer que sólo yo puedo gozar
Lo miré perpleja por lo que estaba escuchando y me dí cuenta de que aquella situación le había excitado de veras. Abrió mi camisa de par en par, dejando mis pechos al aire y comprobó con disimulo que los pintores no perdían detalle de lo que estaba ocurriendo.
  - Mmm... no me digas que tú misma no lo encuentras excitante.. Tienes aquí a tu marido, completamente dispuesto a darte placer y a dos extraños que darían lo que fuera por estar en mi lugar... Por poder acariciar tu piel, probar el sabor de tu boca, tocar tus pezones, hundir sus dedos entre tus piernas.. Sabes que no te pueden tocar, sólo desearte y que cada uno de tus movimientos hacen que su excitación vaya a más y a más.. ¿No te excita ese poder, Eva?
Todo cuanto me dijo fue acompañado de un susurro en mi oído, mientras que su dedo índice había ido trazando sobre mi piel, sutilmente y al compás de sus palabras, el recorrido que éstas habían descrito.
En su última pregunta, la yema de su dedo rozó, como casualmente, mi clítoris que iba hinchándose por momentos...
  - Si no quieres, nos metemos dentro, cariño, pero la verdad es que esta situación me pone a mil ¿A ti no? Hagamos como que no están, sin mirarlos pero sabiendo que están ahí, controlando nuestros cuerpos, intentando poder percibir en el aire el placer que sólo a mí me darás y que sólo yo te daré...
El rubor había asomado a mis mejillas pero ya no supe si era por vergüenza o por el estado de excitación que me había invadido. Verdaderamente, la situación nos tenía encendidos a los dos y tantas veces, habíamos bromeado con la idea de hacerlo en un sitio público con el riesgo de que nos pudieran ver... Parecía que aquel era el momento idóneo, aunque ya no era con riesgo a que nos pillaran sino con la certeza de que nos estaban observando...
Miré a Dani y le sonreí. Mis labios se acercaron a los suyos y sentí como sus manos ayudaban a mi camisa a deslizarse por mis hombros. La boca de Dani descendió por mi cuello hasta detenerse en mis pezones y besarlos como sólo él sabía hacerlo.  
Eché mi cabeza hacia atrás, abandonándome a sus caricias y, en aquel momento, no pude evitar abrir los ojos y mirar hacia aquellos hombres. El constatar de que permanecían ensimismados y expectantes de nuestras caricias, me humedeció de tal modo que sentí como de mi vagina emanaba un hilo de flujo que se perdía entre mis muslos.
Aunque mantenerles la mirada me excitaba de un modo terrible, no conseguía deshacerme del todo de mi pudor así que opté por tumbarme, cerrando los ojos, intentando concentrarme sólo en Dani, el cual seguía recorriendo con su lengua cada rincón de mis pechos y de mi vientre.
Al estirarme por completo, le facilité la llegada a mi pubis y a todo mi sexo. No perdió oportunidad y se dispuso con su lengua a comprobar que no quedaba ni un milímetro de mi entrepierna sin recibir una caricia. Tan inmerso estaba en lo que hacía que parecía se hubiera olvidado de nuestros espectadores pero, entonces, pude observar como levantaba la vista con disimulo para comprobar de nuevo que los ocasionales vecinos seguían allí..
Cruzamos nuestras miradas, colmadas de una mezcla de diversión, nerviosismo y lujuria. Entre la experta lengua de Dani y los ojos que sabía estaban clavados en mí, me sentía al borde del clímax y cada vez más desinhibida. Ayudé a Dani a desprenderse de su boxer, el cual parecía iba a rasgarse, tan fuerte era la erección que estaba conteniendo. Aquel pene que tanto conocía y  adoraba, rogaba encarecidamente ser atendido, lo cual era lo que yo más deseaba.
Sin dudarlo, me incorporé girándome hacia Dani, haciendo así que éste se tumbara boca arriba y, me senté sobre su vientre, hundiendo todo su miembro en el interior de mi vagina, reteniéndolo así como una reina retiene su cetro entre sus dedos.
Notaba aquellos ojos extraños clavados en mi espalda, en mis nalgas. Por mis movimientos cada vez más incontrolados, seguramente debían estar observando también el vaivén de mis pechos.
Dani sujetaba fuertemente mis caderas ayudando a que la penetración fuera todavía más profunda, si es que ésto era posible, pues mis muslos permanecían bien abiertos para que hasta el último milímetro de su pene fuera acogido en mi interior.
Sentí como un increíble orgasmo se íba apoderando de mi cuerpo por entero. Sin controlar mis gemidos, éstos se fundieron con los de Dani que, al verme gozar, se liberó él también inundando mis entrañas.
Al alcanzar el punto máximo de clímax, giré la cabeza y comprobé, con los ojos abnegados de placer, que los dos hombres habían sido testigos de nuestro orgasmo conjunto. Una sonrisa se dibujó en mis labios.
Me acomodé al lado de Dani, besándole con amor...
- Ha sido fantástico. Esta tarde no la olvidaremos ni nosotros ni ellos...- comentó Dani con la respiración todavía entrecortada mientras señalaba hacia allí con un ademán de cabeza.
  - Pobres... Ahora me dan hasta lástima. A ver como explican ante su jefe el por qué no han pintado ni una pared en toda la tarde... ja, ja..
Entre risas, nos incorporamos y abrazados entramos dentro de casa para darnos una ducha mutuamente y seguir disfrutando el resto de la tarde, eso sí, en la más estricta intimidad...
 

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