lunes, 14 de febrero de 2011

HORAS EXTRAS

Otro día más, Sofía se había quedado a hacer horas extras. Trabajaba en una autoescuela y la preparación de las dichosas carpetas con la documentación de los alumnos que subían a examen, la había obligado a permanecer hasta última hora.

El resto de personal ya había marchado y se encontraba sola en el local, a excepción de un alumno que, aprovechando que Sofía se quedaba, le había rogado le permitiera quedarse un rato más para seguir haciendo test en el ordenador.

Sofía iba, a toda prisa, supervisando que no faltara ningún papel. Eran las nueve y media de la noche y seguramente ya no iba a poder ver a sus hijos despiertos. Alzó la vista para mirar el reloj de la pared y se cruzó con la mirada de Carlos, el alumno por el que todas las mujeres de la autoescuela suspiraban cada vez que lo veían entrar. La estaba escrutando descaradamente y, sin ningún pudor, cuando tuvo la certeza de que Sofía se daba cuenta, la desnudó con los ojos, lentamente, recreándose en las piernas de ella que se dejaban admirar gracias a la minifalda, para luego subir por sus pechos y acabar con una mirada retadora llena de deseo.

Sofía se sonrojó de tal manera que no sabía donde mirar. Nunca la habían mirado de una manera tan salvaje y todavía se avergonzó más al notar como se excitaba, sintiendo un escalofrío entre sus piernas que bañó sus diminutas braguitas…
Intentó refugiarse en su tarea pero ya no consiguió concentrarse en los malditos papeles ni en que su marido debía estar esperándola para cenar. Sólo podía mirar de reojo a Carlos, el cual la sorprendió varias veces y le respondía con una sonrisa.

  - Sofía, perdona… ¿podrías venir un momento Es que hay una pregunta que no acabo de entender..
Se levantó intentando aparentar indiferencia y se acercó mientras Carlos la penetraba con la mirada. Se inclinó a su lado para mirar la pantalla del ordenador.

  - Dime ¿cuál es la pregunta? ¿ésta de aquí? Lleva trampa para confundirte. Lo que te pregunta es el límite de velocidad en ese tipo de vía...- Sofía ya ni sabía lo que decía. Se percataba de que Carlos tenía los ojos clavados en sus pechos y, en vez de incorporarse, se imaginó aquellos dedos tan masculinos que sujetaban el ratón, metidos entre sus bragas.
  - Ah! Vale! Seré idiota!! Debe ser que no me concentro con una mujer tan bonita a mi lado. Tienes un cuerpo precioso, sabes?
  - Gracias, Carlos… ja, ja… Pero deja de hacer el tonto que te llevo unos cuantos años y soy una mujer casada y con niños, eh?-contestó Sofía retirándose- Que no sé qué haces aquí todavía en vez de estar por ahí, con el montón de admiradoras que debes tener esperando tus favores- Se dio cuenta de que estaba coqueteando como una quinceañera y, aunque sabía que estaba entrando en un terreno peligroso, estaba demasiado excitada como parar.
  - Bah! Niñitas… Prefiero una verdadera mujer. Una como tú..
  - Ja, ja…Qué idiota! Anda, ve recogiendo que es hora de marcharse. Ya seguirás con los test mañana- dijo mientras se escabullía dirección al lavabo.

Estaba entrando en la boca del lobo y no sabía como escapar. Aunque tampoco sabía si quería precisamente eso. Se metió en el baño rezando que, cuando saliera, Carlos ya se hubiera marchado pero su bajo vientre todavía rogaba con más fuerza para que ese chico entrara en el lavabo y se lo hiciera allí mismo…

Carlos debió escuchar las lujuriosas plegarias de Sofía pues, al instante, entró y mirándola a los ojos, la cogió fuertemente por la nuca estrechándola contra su cuerpo y recorrió con su lengua todas las cavidades de su boca mientras, con su otra mano, iba abriéndose paso entre la ropa interior de Sofía para penetrarla con sus dedos, tal y como ella se había imaginado minutos antes.

Parecía que otra mujer había poseído el cuerpo de Sofía. Ni ella misma se reconocía ni quería hacerlo. Solo deseaba desabrochar, entre gemidos, el pantalón de Carlos para que pudiera salir aquel inmenso miembro que se restregaba contra ella y que le prometía arremeter contra sus entrañas con toda su fuerza.

Cuando estaba a punto de que sus rodillas flaquearan debido a las fuertes oleadas de placer que le estaban propinando los dedos de Carlos, éste la hizo girar e inclinarse,  apretando su vientre contra la pica del lavabo. Atrapada entre el mueble y el cuerpo de él, no pudo escapar a los besos feroces que, desde atrás, recibía en el cuello mientras aquellas manos  sacaban a la vista, por encima del sujetador, sus pequeños pero bien formados pechos.
Carlos abrió el grifo y cogiendo el agua con una mano empezó a masajear los pezones de Sofía los cuales, entre el agua y las caricias, se pusieron erectos de tal modo que, al vérselos ella misma tan desafiantes, todavía se excitó más si cabe. El agua caía por dentro de su camisa, descendiendo hasta llegar a su vientre. Cada gota que alcanzaba el pubis de Sofía conseguía intensificar todavía más el placer que sentía. La otra mano de Carlos estaba subiendo su faldita y bajando sus braguitas hasta las rodillas. Sofía sintió en la entrada de su sexo, aquel pene que se abría paso entre sus labios vaginales para acariciarle el clítoris con movimientos circulares y rítmicos.

  - Quieres más, Sofía?? Dime qué es lo quieres…
  - Sí… La quiero dentro, Carlos..

Obediente, Carlos empezó a penetrarla lentamente. La introducía y sacaba sin prisas, para gozar ambos, de la intensa sensación que les producía aquella estrecha fricción.
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  - Ohh, Sofía.. Eres fantástica. He imaginado hacerte esto desde la primera     vez que te ví. Como me aprietas… ¿la sientes como yo te siento a ti?
  - Me encanta… -Sofía no podía ni hablar. Sólo quería que ese hombre la     siguiera penetrando- Dame más… más fuerte!!!

Empezó a embestirla salvajemente, una y otra vez, sin tregua. Los pechos de Sofía se balanceaban sin control. Creía que la iba a partir en dos pero el placer que estaba sintiendo era tan inmenso que no le importaba. Sus cuerpos estaban empapados de sudor y Carlos, sin dejar de penetrarla, volvió a abrir el grifo y con la mano iba dándole de beber a Sofía, metiéndole los dedos en la boca y que ésta chupaba con ansia, como si fuera aquel maravilloso miembro que la estaba enloqueciendo.

Cuando parecía que ya no podía sentir más, Sofía alcanzó un orgasmo de tal intensidad que creyó iba a desmayarse. Carlos, al sentir el goce de ella, se dejó llevar también y en unos instantes, inundó sus entrañas…

  - Sofía! Sofía! ¿Me oyes?

Sofía se sobresaltó al oír su nombre. Carlos, el chico que todavía estaba haciendo test en el ordenador, se había levantado y se estaba poniendo la chaqueta.

  - Chica, sí que estabas concentrada leyendo esos papeles!! Llevo un rato llamándote. Te decía que ya me voy que es tarde. Nos vemos el lunes, vale?

Sin poder articular palabra, contestó con un ademán con la cabeza, mientras observaba como Carlos cruzaba la puerta. Miró el reloj e intentó calcular el tiempo que su mente la había traicionado con sus más íntimos instintos. Era hora de marchar. Se levantó, recogió su bolso y su abrigo, apagó todas las luces y salió cerrando con llave la autoescuela.
Mientras caminaba hacia el coche, podía sentir la humedad que derramaba su entrepierna.
Mientras conducía camino a casa, se restregó contra el asiento, sonrió y decidió que, esa noche, su marido también iba a tener que echar unas horas extras…

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