(Canción recomendada para escuchar mientras
lees este relato: “Si tú te atreves” de Luis Miguel. Búscalo en el reproductor
de música del blog y deja que te acompañe mientras te sumerges entre estas
líneas)
Lo sé. No hace falta que nadie me lo diga.
Sé que no debo. Sé que no debo sentir lo que siento ni hacer lo que hago. Pero…
¿cómo se hace? ¿Lo sabes tú? ¿Sabes tú decirme como se hace para borrar de un
plumazo el deseo o la pasión?
Porque yo no lo sé y te juro que lo
intento. Pero es más fuerte que yo. No puedo controlar que mi corazón dé un
vuelco cada vez que lo veo. Y que mi vientre se estremezca cuando me acaricia
con su mirada.
Porque no es mío y además, yo soy de otro,
así que no está bien. Busco justificarme porque, según las normas, hago mal y
me siento culpable pero ¿de qué tengo la culpa? ¿de sentirme viva? ¿de tener
una sonrisa permanente y volar? ¿de que mi piel vibre?
Joder!! Pues no quiero dejar de sentirme
así!! Tírame tú la primera piedra si te crees en derecho o mejor que yo, pero
no vas a privarme de mi felicidad y de que mi corazón vuelva a latir como
cuando tenía 15 años.
Porque, desde que está él...
Desde
que estás tú, mis despertares tienen otro color...
Salto
de la cama emocionada porque, en un rato, te voy a ver. Canturreo, atiendo mis
obligaciones de madre, esposa y ama de casa y luego me dispongo a arreglarme,
pensando en ti. Y es ahora, a solas en mi dormitorio y contigo en el
pensamiento, que se me escapa una sonrisa…
Cojo
mi móvil y releo por milésima vez el único mensaje que me he permitido guardar
de todos los que me envías a diario: AADAA. Incomprensible para cualquiera y es
por eso que no lo he borrado. Pero para nosotros dice un todo: Alejandro ama,
desea, añora Alondra...
Mi
reflejo en el espejo hace que contemple mi cuerpo. Lo siento tan vivo... Un
cuerpo ansioso de tus manos, de tus besos y me siento sensual como hace mucho
que no me sentía. Porque sé que me deseas, que te mueres por recorrer cada una
de mis curvas. Porque me lo dices cada día y lo leo en tus ojos cuando paso a
tu lado.
La
crema corporal hace las veces de tus dedos y me inunda de suavidad. Mis manos
conocen cada hueco de mi cuerpo e, imaginando las tuyas enlazadas a las mías,
te guío para que no quedes sin descubrir ni un milímetro de mi piel. Me aplico
la loción con ternura, así como tú lo harías y me recreo en mi estómago, en mi
vientre. Masajeo mis pechos y sin pensar, los presiono con pasión pensando que
eres tú quien los toca.
Noto
como un calor invade mi cuerpo y la excitación humedece mi sexo.
Desearía
seguir con tu presencia entre mis yemas pero debo apresurarme o llegaré tarde
al trabajo. Y no puedo hacer eso pues sé que estás esperando mi llegada tanto
como yo llegar.
De
camino al colegio, mi hijo recita el poema que están aprendiendo en el cole.
Con sólo 5 años, ¿cómo puede recordar una rima tan larga? Lo observo por el
retrovisor y mi corazón se llena de amor. No quiero hacer nada que le pueda
lastimar, no quiero romper su seguridad y su rutina. Su felicidad es lo más
importante para mí. Y la estoy
fastidiando. Estoy arriesgando el núcleo donde él se siente seguro y
protegido...
Tras
dejarlo en la escuela, continúo mi trayecto hacia el trabajo. Debo acabar con
ésto, con lo nuestro, porque juego con fuego y ya se sabe que el que juega con
fuego se quema. Así que dejaré de responder a tus sonrisas y a tus miradas
disimuladas cuando estamos rodeados de gente. Renunciaremos a encontrarnos en
las esquinas y pasillos solitarios para prodigarnos palabras veladas de amor y
deseo. Caricias y primeros tímidos besos de adolescentes.
Aún
estamos a tiempo. No hemos sobrepasado la línea. Al menos, en un aspecto físico
pues todavía no ha habido sexo entre nosotros. Imaginado y deseado millones de
veces pero nunca consumado. Así que ninguno de nosotros ha traicionado a nadie
todavía!!
Porque...
¿cuenta como infidelidad cuando es sólo de pensamiento? ¿Y si es de corazón?
¿Eso también cuenta? Dime que no, porque
así creeré que no estoy haciendo nada malo.
Y
si el pensamiento cuenta, entonces soy culpable mil veces porque lo que imagino
con él, no puede ser superado por la realidad.
Sí,
sí.. Lo sé! Soy adulta y debería comportarme como tal, no? Como una mujer
madura, razonable y que sabe donde está su sitio...
E
inmersa en mis pensamientos, llego y aparco inconscientemente. Entro en la
fábrica creyendo en mis propias palabras y decidida a cumplirlas. Me dirijo al
vestuario para ponerme la bata de trabajo y, como una autómata vacía de
emociones, memorizo en mi cabeza lo que debo y voy a decirte. Seguro que será
más fácil si lo suelto de un tirón sin permitir que me interrumpas.
Señor..
¿dónde ha estado mi cabeza en los últimos minutos? Debo llegar tarde pues
observo que ya no hay colgada ni una de las batas de mis compañeras así que soy
la última en cambiarse.
Súbitamente
se apaga la luz quedándome a oscuras. Me acerco a tientas hasta el interruptor
y...
Siento
tu perfume y ya, sólo éste, me embriaga y enturbia mis pensamientos.
Tus
dedos se enredan con los míos impidiéndome que lo pulse y me atraes hacia ti.
-
Sssssssssst...
- El dorso de tu mano recorre mi mejilla y tu susurro calienta mis sienes –
¿Cómo puedo echarte tanto de menos? No consigo pensar en otra cosa que no seas
tú...
-
Debo
hablarte, Alejandro. No podemos seguir así.
Hablo
y mi aliento choca contra tus labios que están a milímetros de los míos.
-
No.
No podemos... - respondes.
Y tu
lengua entra mi boca y su humedad disipa el discurso que mi mente tenía
preparado. Ya no existe porque ya no recuerdo ni una sola de las palabras que
incluía. Y la voluntad del corazón vence a la del pensamiento. Porque ya no
quiero ni puedo pensar. Sólo siento...
Siento
como tu pasión se funde con la mía y nuestras lenguas se enlazan y convierten
en una sola.
Siento
como tus brazos me estrechan con fuerza y mis pechos se clavan en tu torso.
Siento
como tus manos se deslizan por debajo de mi bata y de mi falda y acarician el
encaje de mi culotte.
Ya
no soy Alondra, la esposa o Alondra, la madre. Sólo soy Alondra...
Entre
besos húmedos y nuestra sed de deseo, hemos llegado a uno de los cubículos del
vestuario, buscando cobijo a nuestro secreto. Tan solo el silencio y la
oscuridad nos acompañan.
Tus
ansias han abierto mi blusa sin respetar sus botones y devoras mis pechos con
la pasión de un devoto peregrino que llega a su destino.
Y yo
no soy menos porque mi ser más profundo ha quedado libre. Acaricio tu pecho,
tus hombros, tus brazos, hundo mis dedos entre tus cabellos y aprieto tu rostro
contra mis senos para que no dejes nada sin recorrer. Mis pezones arden y están
tan ansiosos de tus besos que hasta duelen.
No
puedes darte cuenta pues está oscuro pero tienes delante, entre tus brazos a la
parte de mí que aún no conocías. Soy la mujer que ya no recordaba ser. Soy puro
sexo y deseo. Puro placer y éxtasis.
Tras
tantos años de uso, sé muy bien que en la esquina del pequeño vestidor hay una
silla y hasta ella te llevo. Desearía encender la luz y disfrutar de este
momento mirándote a los ojos pero no es posible y ni siquiera tenemos mucho
tiempo. Aún así, este instante es irrepetible y ya no tiene marcha atrás. No se
puede detener a un toro embravecido o un tren sin frenos. Y eso es lo que somos
nosotros ahora.
Te
hago sentar y tus brazos no tardan en rodearme por las caderas. Las caricias
que regalas a mis glúteos suben la falda hasta mi cintura y el satén de mis
braguitas roza tu nariz.
Por
un instante permaneces inmóvil, inhalando mi excitación. Un pequeño gemido
escapa de tu boca y calienta mi pubis. Una punzada de deseo se clava en mi sexo
y siento como me humedezco...
Mis
piernas tiemblan mientras tus manos deslizan lentamente mi ropa interior por
mis piernas y, cuando llegan a mis rodillas, me siento flaquear.
Necesito
sentirte mío y que me sientas tuya. Necesito que entres en mí y acogerte con
toda mi pasión y calidez.
Uno
de mis tobillos se libera del culotte, que se queda arropando un tacón. Me
inclino y, mientras te regalo mis besos más tiernos, más verdaderos, desabrocho
con tu ayuda, tu pantalón.
Tu
virilidad queda libre y, agudizado por la oscuridad, mi tacto se recrea.
Acaricio tu miembro tan duro, tan suave, siento en mis dedos cada una de sus
venas. Casi puedo verlo, tal como lo siento crecer en mis manos.
Ansío
tenerte dentro pero también necesito deleitar su sabor así que, me arrodillo
para regalarte otros besos más íntimos. Mi lengua te acaricia y mi boca te
acoge como antesala a lo que nos espera. Te saboreo como tantas y tantas veces
he imaginado. El ligero sabor salado de tu piel me sabe a gloria y la tersura
de tu glande es seda para mis labios. Hundes los dedos entre mis cabellos y
siento como tu amor acaricia mi nuca.
Deseo
regalarte todo mi ser, deseo fundirme contigo y demostrarte con hechos lo que
no se puede demostrar con palabras. Esa mezcla de amor, pasión, necesidad,
obsesión..
Deseo
que ese cóctel de sentimientos hoy se transformen en un placer físico tan
grande como el que sentimos, en nuestro interior, hace tiempo.
Podría
estar durante horas, perdida entre tus piernas, como si tu miembro fuera mi
único alimento. Lamiendo lentamente toda tu poderosa longitud, humedeciendo sin
fin tu carne, introduciendo tu hombría hasta mi garganta, succionando tu deseo
hasta la última gota pero no tenemos tiempo y te necesito...
Necesito
sentarme sobre ti y que me llenes. Que llenes hasta el último rincón de mi sexo
y que cada milímetro de mi carne más íntima sienta las caricias de tu fuerza.
Así que me incorporo, abro mis piernas y contigo entre ellas, desciendo
lentamente. Tus manos sujetan mi cabeza y tu boca envuelve de besos desesperados todo mi
rostro. Nuestros besos llevan todo el deseo reprimido durante tanto tiempo y yo
creo llegar ya al éxtasis cuando guiado por mi mano, tu pene roza mi clítoris y
se abre paso para llegar a su meta.
Mi
sexo te acoge lentamente para que entres hasta lo más recóndito. Siento cada
poro de tu piel en mis entrañas, la
vigorosidad de tu miembro se baña en mi intimidad. Estás por completo dentro de
mí y me clítoris se frota contra tu pubis. Podría pararse el tiempo, detenerse
el mundo y nosotros no seríamos conscientes porque, en este preciso instante,
no estamos en él.
Sólo
existen los sentidos de dos cuerpos que se sumergen en un ritmo acompasado. Un
baile que asimila un ritual de aparejamiento entre dos seres desesperados y
entregados a su naturaleza.
Las
lágrimas florecen en mis ojos que se humedecen al igual que mi entrepierna y
tus labios, en la oscuridad, se alternan entre mis párpados y mi boca. Buscan
secar mis lágrimas. Intentan ahogar mis gemidos mientras silencian los tuyos.
Inconsciencia
en mi mente. Placer infinito... Sino me
sujetaran tus brazos, dudo pudiera continuar erguida porque mi cuerpo se
desvanece en su propio éxtasis y en el tuyo que siento como llena mis entrañas...
Continuamos
abrazados, aferrados uno al otro. Sintiendo como nuestros corazones chocan su
palpitar mientras se esfuerzan en bombear tanta sangre inyectada en pasión y
recuperar su ritmo. Las bocas entreabiertas todavía jadean intentando coger
aire para relajar nuestra respiración entrecortada.
-
Te
quiero...
-
Te
quiero...
Lentamente,
me incorporo y, entre silencios, entre besos y abrazos, sumergidos todavía en
la oscuridad, vamos regresando a la realidad, al mundo real que por un breve
momento habíamos abandonado.
Un
último beso antes de salir, cargado de sentimientos y de palabras que no
necesitan ser pronunciadas. No es momento de hablar.
Hace
rato que debería estar en mi puesto de trabajo así que salgo yo primero.
Alegaré un imprevisto familiar para justificar mi retraso. Tú esperarás un rato prudencial y saldrás por
la otra puerta.
Tras
arreglarme el cabello y la ropa, ya con la luz encendida y fuera del cubículo
donde tú todavía permaneces, salgo al pasillo que me lleva a la sala de las
cosedoras.
Me
asombro de mí misma al escuchar mi convincente tono explicándole a la encargada
de mi sección, el contratiempo que he
sufrido. Jamás pensé tener una capacidad de improvisación tan grande. Me dice
que no me preocupe, que total, es la primera vez que llego tarde y que lo
importante es que haya solucionado mis problemas. Lo restará de mis horas de
asuntos personales y ya está.
Me
siento delante de mi máquina de coser. Al ponerla en funcionamiento y comenzar
a trabajar, me doy cuenta de que me falla el pulso y no atino a colocar la
hebra de hilo en su sitio. Pongo todo mi esfuerzo en conseguir que la tela no
tiemble entre mis manos y no desviar las costuras.
Atraviesas
la sala, de camino a la oficina técnica y al pasar a mi lado sin detenerte,
pronuncias un inocente “Buenos días, Alondra”. Yo respondo con un saludo
distraído, sin apenas levantar la mirada de mi mesa. Sé que luego me llamarás.
Ahora ni es prudente saludarnos de una manera que indique más confianza ni
tampoco soy capaz de aguantarte la mirada.
Todavía
siento tu calor en mi piel, tu esencia en mis entrañas. Todavía estás en mí y me
siento como un volcán en erupción, luchando por contenerme escondida tras mi
máquina. No veo la tela, no oigo la música de la sala ni las conversaciones de
las compañeras. Sólo consigo revivir en mi interior lo que apenas acabamos de
vivir, de sentir...
¿Y
sabes una cosa? No soy capaz de sentirme culpable. Al menos todavía... Porque
de momento, sólo siento lo que al principio te expliqué: felicidad y vida. Y
todavía más vida que antes. Porque mi corazón y mi cuerpo ahora vibran todavía
con más fuerza porque han vivido algo maravilloso. Quizás muy reprochable e
imperdonable pero yo te lo he explicado tal y como lo siento y, si no has
podido entenderme ni siquiera en pequeña medida, significa que no puedes
concebir el amor y la pasión tal y como yo lo siento. Así que ahí tienes la
piedra, si aún quieres lanzármela pero recuerda que nadie dio a nadie la
potestad de juzgar a los demás...
BRAVO BRAVISIMO,, IMPRESIONANTE ,, LEO TU ULTIMO RELATO Y PIENSO KE NO LO SUPERARAS KE INGUENUO SOY CADA VEZ TE SUPERAS CON CRECES , CONTINUA ASIN, Y GRACIAS POR DELEITARNOS CON TUS MARAVILLOSOS RELATOS ....... FELICIDADES UN BESO
ResponderEliminarIncreíble...sin palabras...qué puedo decir??? El amor es así tal y cómo tú lo cuentas...es como un Sunami que arrasa y no deja nada en su sitio.Me encanta tu blog y de todos tus relatos me quedo con éste porque lleva un toque especial...un toque de romanticismo que siempre viene bien para románticos como yo.FELICIDADES.
ResponderEliminarGracias a los dos anónimos por vuestros comentarios.Os agradezco de todo corazón que sigáis mi blog. Espero que no dejéis de hacerlo y que mis próximos relatos os continúen despertando ese tipo de sensaciones y mereciendo vuestro interés.
ResponderEliminarUn beso,
Me encanta,hay un derroche de sentimientos increible...Describes la pasion de una manera que uno la puede percibir, casi,como si fueras el protagonista.
ResponderEliminardentro de lo bellisimo del relato,si me lo permites,te diria que estaria bien otro enfoque,digamos"la vivencia de el", que reflejara el amor sincero que siente por Alondra y su lucha interna en la que estan sus dos vidas,la normal y cotidiana frente a la prohibida y apasionada.
De todas maneras felicidades.Un beso
Hola, Anónimo. Gracias por tus palabras. Que llegueis a sentir esa sensación de pasión y sentimientos como si fueran vuestros, significa que mis relatos llegan a donde deseo que lleguen: a vuestro interior.
ResponderEliminarRespecto a lo que me comentas de enfocarlo desde los sentimientos de él, también sería fascinante pero piensa que, al escribir mis relatos, intento ponerme en el lugar de la persona que me lo solicita. Me fundo en sus deseos, fantasías o sueños y me centro en sus sensaciones. Por eso he escrito intentando convertirme en "Alondra". Gracias de nuevo por tus felicitaciones. Un beso.
Eres increíble Rosa,muchísimas gracias,me encanta tu blog.
ResponderEliminarGracias a tí por seguir mi blog. Vosotros, mis lectores, sí que sois increíbles... Mil besos.
ResponderEliminarSupongo que es algo inherente al alma de la mujer; yo, por mucho que me empeñe, jamás podría plasmar toda esa enorme delicadeza y elegancia en un relato de corte erótico. Al mismo tiempo cuando escribo poesía me es imposible hacer referencia a ninguna clase de reminiscencia erótica.
ResponderEliminarTú, sin embargo, despliegas un arcoíris de sensaciones en un relato de alto voltaje que resuena en los sentidos de una manera muy agradable y sensitiva, te felicito.
Red feeling... Agradezco de todo corazón tus palabras. Me siento muy halagada. He visitado tu blog y tus relatos también son altamente eróticos. Me encantaría poder leer también tu poesía. Un beso...
ResponderEliminarEres sorprendente, Rosa. Muy agradablemente sorprendente, para ser más exacto. Este relato sólo lo pudo escribir una mujer, y es por eso mismo emocionante y perturbador. Contiene sensibilidad, sensualidad y sexualidad en una mezcla hábil y deliciosamente proporcionada. Enhorabuena por tu talento. Y gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Michel. Me alegro de que el equilibrio que busco en mis relatos, entre lo sexual y lo emocional, también llegue y perturbe al género masculino. Mi deseo es que, tanto hombres como mujeres, sientan su sensualidad a flor de piel, cuando visitan mi blog y dedican su tiempo a leerme. Disfrutar, sentir, vibrar... Eso es lo que quiero que sintáis cuando venís a verme por aquí... Un beso enorme.
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